El capítulo presenta un acercamiento general a la progresiva definición del cristianismo desde el siglo I hasta el siglo III. Tal proceso no fue lineal ni sencillo, ya que estuvo expuesto a múltiples actores y fenómenos tanto al interior de las comunidades cristianas como en sus relaciones con grupos externos. Estos elementos hicieron que el desarrollo identitario cristiano fuera complejo, plural y contradictorio.